viernes, 25 de diciembre de 2009

El pájaro

"El pájaro rompe el cascarón. El huevo es el mundo. El que quiera nacer, tiene que romper con un mundo."

Demian. Herman Hesse

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Màscares fora

Al nostre voltant, lluny enllà
Ja deixada, per arribar
Hi ha gent

Cadascú du una màscara
Una creença, una obsessió
Una ambició, un prejudici
Cadascú totalment diferent, aparentment

I en el fons, màscares fora
El que resta és el mateix
El desig de ser
De ser estimat i ser correspost
Sense haver de pensar-hi gens

Desig de ser
Desig d'estar
Estar amb una persona
I sentir-te realment allà

Màscares fora, tots nens
Jugant a complicar-nos
Jugant a amagar-nos
El que més nostre és

Màscares fora és quan riem
Quan veiem, quan ens meravellem
Saltem, cantem, cridem, callem
Vivim
I ho sentim

martes, 15 de diciembre de 2009

Huérfano

Hijos. Hijos de padres, de madres. Hijos de tranquilas apariencias, sanas y equilibradas, que guardan nudos y vacíos en el estómago por culpa de pretensiones de hacer ver lo que no es. Hijos de heridas profundas maquilladas. Hijos de sueños rotos y sueños mediocres. Hijos de naciones. Hijos de pasatiempos.

Hijos de la demencia. Hijos de la apatía. Víctimas de víctimas.

A veces miro y de lo que veo nada vale la pena. Dinero, formalidades, superfície. Poca vida.

Qué bueno sentirse huérfano a veces. Qué bueno sentirse causa y no consecuencia.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Humanidad inhumana. Lucha contra la cotidianidad

El ser humano se distingue de los demás animales por su sentido de moralidad y por el sentido que esta da a su vida. La moralidad se despliega al discernir y escoger entre amor y odio, entre regalo y robo, caricia y golpe.

Cuanto más lo pienso más me convenzo de que el ser humano –y ser humano- no tiene ningún sentido si no convive con su poder para intervenir de este modo en su entorno, para ejercer su humanidad, dibujar su camino.

Sin embargo en nuestra civilización hombres y mujeres, niños y niñas, se ven privados y alienados de esta humanidad, de este sentido de lo humano, cuando la realidad se privatiza y la posibilidad de transformar esta parece convertirse en un monopolio a manos de minorías. En esta postmodernidad -este mundo globalizado (o glocalizado)- en la que parece que el poder de escoger y por tanto de alterar la realidad envolvente ha sido arrebatado a las personas, surge la urgencia de encontrar un modo de reencontrarse con esta dignidad humana.

Me marea casi siempre pensar en mecanismos de poder que han hecho posible y han mantenido esta realidad de alienación pero pienso que tratar de luchar contra ellos conlleva tratar de combatir la cotidianidad, la repetición fundamentada en el sinsentido. Porque me siento más fuera de su alcance y más liberado de su influencia cuando lo que hago, lo que siento o cómo configuro mi mirada rompe los esquemas de lo que suelo hacer, cómo suelo sentirme o cómo suelo mirar.

Esta cotidianidad es resultado, entre otras cosas, del conformismo con la costumbre y lo normalizado, de la aceptación de lo que no debería aceptarse, y coge mucha fuerza al imperar en el día a día de las vidas de la mayoría de la gente.

Esta lucha contra la cotidianidad es el camino hacia la autonomía, hacia la toma del poder de nuestro cuerpo y nuestra alma, de nuestra vida, nuestra humanidad. Es el camino que Campillo percibe que algunas personas, colectivos, están empezando a andar o a intentarlo. Es la voluntad del cambio, de acabar con las dicotomías de dictadores y obedientes, ricos y pobres, turistas y vagabundos. La voluntad de forjar nuestro propio destino.